miércoles, 28 de diciembre de 2011

Entre cielo y tierra

Ahora lo único que me ayuda a recordar es la lluvia, aunque aquí las estaciones no son como en la tierra. Lo recuerdo como si fue hace años pero fue ayer, cuando escuche esa voz agonizando: “Puede ser que el sol, no vuelva a aparecer”, yo como a todas las señales las deje pasar, me anunciaron el principio del fin pero mis oídos eran sordos, mis ojos eran ciegos y más que todo mis sentidos estaban apagados a aquel suceso. Con el frío de mi alma, vi como mi amor moría en mis brazos y en ese mismo lugar, en el cielo, las nubes se llenaron de luz.


Sentí volar sobre las alas de mis sueños, no entendía lo que pasaba y mis fuerzas de humano se debilitaron inmediatamente, solo pude cantar como cuando estaba en soledad. Esos recuerdos ya no me hacen llorar por costumbre, ya no sufro por un amor vano.
Hoy veo en cada amanecer y en cada atardecer dos soles, uno brilla más que el otro, al llegar no entendía cómo era posible, no sabía apreciarlo pero ahora comprendo que aún quedaban en mi restos de pensamientos de humano soberbio.


No sé dónde me encuentro exactamente, tengo la seguridad que es un lugar entre el cielo y la tierra, esperando el verdadero fin de los tiempos.
En este nuevo hogar, si existe el amor verdadero y en este momento se encuentra a mi lado. Al escuchar que me llama su voz, corro a su cara sonriente, que siempre brillara y me brindara su luz, ese amor me anima con su mirada, me ayuda con su valor, también yo quiero ser alguien que pueda su fuerza a los demás.  
Pero entre las estrellas se esconde una verdad: Ninguna lagrima fue por ser débil, sino porque tuve la suficiente fuerza y el valor para amar.

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